¡Cuidado con la música!
Así habló Zaratustra I
Lo
primero que habría que decir de este libro fundamental, es que en todo el
recorrido del mismo no existe la palabra “música”. Podemos ojear una y otra vez
pero no encontraremos la palabra. ¿Acaso no es demasiado extraño esto? Un libro
que fue definido como “música”, ¿cómo es posible que no tenga ni una sola
referencia a esta palabra?
Es justamente el movimiento, el cambio,
el profundo sedimento de un nuevo pensar. La música está integrada al mismo
texto, el mismo texto es música en su poetizar, en su forma, en su modo de
presentar ideas, conceptos, etc.; la música de Zaratustra, en principio, está
subsumida en el mismo texto.
Varela lo dice de este modo:
“Ese
canto es metafórico y ambiguo. Sus contenidos parecen derivados de una fantasía
inexistente, debajo de la cual viajan enmascarados los elementos definitivos
del pensamiento de Nietzsche. Así habló
Zaratustra es una ficción filosófica: las ideas se mezclan con animales,
con moralejas, con cantos y situaciones, algo tan extraño para un filósofo
alemán”.
La filosofía de Así habló Zaratustra viaja en el canto, en la palabra hablada,
cantada; la filosofía viaja en la canción, es la canción. Aquí tenemos una de
las primeras puntas. Entonces, cada vez que Nietzsche hable de canto en este libro, hay allí la
filosofía como música. Porque el hombre es duro en sus oídos, ya que siempre
los tiene abiertos a las palabras, y el sentido es lo que más lo sutura en su
defensa, pero basta con encontrar la melodía, el canto, la resonancia y la
música en la palabra, para que se suspenda todo el sentido, y algo nuevo pueda
advenir. No por nada el hombre puso en la boca de esos seres terribles que son
las sirenas, esta inmensa posibilidad, siendo además una interpretación de la
palabra que viene de una mujer.
Nietzsche anuncia este cambio al finalizar su
prólogo, de esta manera:
“cantaré
mi canción para los eremitas solitarios o en pareja; y a quien todavía tenga
oídos para oír cosas inauditas voy a abrumarle el corazón con mi felicidad”.
Canto de
las sirenas
Si
alguien quiere sentir el canto de las sirenas no necesitará meterse en el agua,
o quedar varado en el océano, simplemente ponga a una mujer a cantar. Yo tengo
a mis preferidas en lo que a voz femenina se refiere, desde ya Ella Fitzgerald, la ineludible Lisa Gerrard, y mi mujer, cuando les
canta a la noche a nuestros hijos. Desde la habitación de al lado ese entramado
en su voz nos hace viajar a los tres, pero yo sé que esa magia, grabada en la
memoria de mis hijos, la trae también a mi lado luego, y nunca comprendo cómo
se ha convertido tan rápido en esa mujer que se recorta en el marco de la
puerta, con sus piernas firmes, pero todavía con múltiples escamas de color,
que no cesan de caerse y brillar por todo el cuarto, y al apagar la luz hacen
que la noche y sus estrellas llegue.