domingo, 26 de mayo de 2013

¡Cuidado con la música! XIII



La Gaya ciencia 2

En el §106 Nietzsche habla de la música de una manera notable. Es casi exacto el principio de lo que este quisiera en su filosofía como música, por eso lo pongo en toda su extensión:

“MÚSICA MEDIADORA. –«Ansío hallar un maestro en el arte de los sonidos –dijo un innovador a su discípulo– que aprendiese de mí las ideas y las tradujera en seguida a su lenguaje; así podría yo llegar más fácilmente a los oídos y a los corazones de los hombres. Con los sonidos se consigue seducir a los hombres y hacerles aceptar todos los errores o todas las verdades. –¿Quién es capaz de refutar un sonido? –¿Quieres que te consideren irrefutable? –preguntó el discípulo. –Quiero que la simiente se haga árbol. Para que una doctrina llegue a hacerse árbol es menester que se tenga fe en ella durante algún tiempo, y para que se tenga fe en ella es preciso que sea considerada irrefutable. El árbol necesita tempestades, dudas, gusanos roedores, maldades, que le permitan mostrar la calidad de fuerza de su simiente. Pero a una semilla cualquier cosa la destruye sin refutarla.» Cuando hubo dicho esto, el discípulo exclamó con ímpetu: «¡Pues yo tengo fe en tu causa y la creo bastante fuerte para poder decir contra ella todo lo que el corazón me dicte!» El innovador rio para sí y amenazándole con el dedo, dijo: «Esa forma de adhesión es la mejor, pero es peligrosa, y no todas las doctrinas la resisten.»

Como puede verse esta es una de las principales preocupaciones de Nietzsche, que se lo lea sin ánimo de refutación, sin caer tan rápidamente en su negación o crítica.
         Cuando al inicio éste busca un maestro, él mismo es un maestro, un innovador. Si bien habla de “ideas”, de “traducción” al “lenguaje” musical, esto es para poder ser oído, para seducir, para generar la forma en que algunas verdades puedan ser dichas. Quizás la preocupación de Nietzsche no es que haya verdades que no son oídas, sino que el oído está cerrado desde que busca escuchar una verdad. De ahí su clara afirmación: Quién es capaz de refutar un sonido. Un sonido deja de estar circunscrito bajo la categoría de verdad. Sólo un relato trabajará sobre la misma.
         Cuando habla de la doctrina entonces ya se entiende que no es por la verdad de algún argumento, sino ya por un cuerpo, una doctrina. Piénsese en el psicoanálisis, en la lucha de Freud para sostener lo que él consideraba un edificio, y que aquí es más bien metáfora el árbol. Se entenderá sus muchas afirmaciones para con los que cuestionaban al psicoanálisis, Freud necesitaba tiempo.
      Luego vendrá de lo que participamos hasta hoy día, tempestades, maldades…
         Sobre el final está lo mejor, en las palabras del discípulo. Adherir a la doctrina pero para poder decir contra ella… eso es algo que todavía insiste por suerte, como también insiste el hecho de arrojar afuera a aquellos discípulos; lo que explica más de una ruptura dentro del propio psicoanálisis. ¡Háganse cargo! ¿Quién podría hacer avanzar una doctrina sin estos discípulos? Sin peligros no hay doctrinas, hay dictaduras, sin riesgo no hay juego.

         Termino con la primera definición del músico que Nietzsche solicitaba:

“LA MÚSICA DE MÁS PORVENIR. –Para mí, el mejor músico sería el que no conociese más que la tristeza de la más honda felicidad e ignorara toda otra tristeza. Hasta ahora no ha existido ese músico”.

Para mí, ese músico, esos músicos, son: Dead Can Dance.

domingo, 19 de mayo de 2013

¡Cuidado con la música! XII



La Gaya ciencia (1882)

Aun cuando Nietzsche conozca a Lou-Andrea Salome el mismo año que realice este libro, veremos que la música sigue siendo fuente de reflexión, de comparación, y no la estructura misma de su pensar. Como en otra parte aclaramos, esto podrá ser abordado recién cuando realice su obra Así hablaba Zaratustra, libro que le continuará al que ahora tomaremos.

Varias son las referencias que Nietzsche toma en este libro, la primera aparece en la §63, que se llama La mujer y la música:

“–¿En qué consiste que los vientos cálidos y de lluvia producen un estado de ánimo que predispone para la música y el inventivo deleite de la melodía? ¿No son estos mismo vientos los que llenan las iglesias y dan a las mujeres pensamientos de amor?”

Aunque un tanto zonzas estas palabras las pongo pues con ellas se va apartando de lo clásicamente entendido como producto de la música, que son los estados de ánimo, los sentimientos, y propone metafóricamente un interrogante sobre el enigma del amor en la mujer…

Con el §80, en su nuevo ataque a Wagner, ya tenemos la esencia de la contradicción que éste porta. El punto de vista de Wagner era tal vez que la música representase por sí misma, y el drama sólo acompañaría este representar. Pero a veces se necesitaba que alguien explicase ese “sí mismo”, o, con las palabras de Nietzsche:

“¿Qué representa desde este punto de vista el arte de Ricardo Wagner? ¿Es así? ¿Cabe que sea de otro modo? Muchas veces se me ha ocurrido que era necesario aprenderse de corrido, antes del espectáculo, la letra y la música de sus obras, pues de lo contrario no se entiende la letra, ni tampoco la música”.

Ya en el §84 hay algo nuevo. Lo introduce por el tema que trata: la poesía. Trabaja aquí el ritmo, el ritmo de la música y de la poesía:

“…el ritmo es una coacción, engendra un irresistible deseo de ceder, de ponerse al diapasón”.
O,
“Bien mirado todo, ¿qué cosa hubo más útil para el hombre antiguo supersticioso que el ritmo? Mediante él se podía conseguir todo: acelerar mágicamente cualquier trabajo; obligar a un dios a aparecerse, a estar presente, a escuchar, disponer de lo futuro a voluntad, descargarse el alma del exceso de algún afecto (el miedo, la manía, la compasión, la venganza), y no sólo el alma de cada uno, sino también la del más perverso demonio”.
 
Algo que la música porta es ritmo, tiempo. Después veremos si ese particular concepto de Nietzsche, El eterno retorno de lo mismo, es aquel con el que se entendería el tiempo de su música como filosofía. Ahora tomemos estas palabras sobre el ritmo.
         Bien mirado todo el ritmo es como el de la poesía, que es uno quien lo introduce, porque no solo introduce la lectura, sino la respiración, las pausas, el cuerpo. No es el ritmo ya reglado de la partitura, sino aquel que se escucha cuando se lee poesía, o cuando se hace música. Para entender esto me valgo de dos ejemplos.
         Tal vez quien mejor nos predispone a palpitar este ritmo es Joao Gilberto. Me gustaría que todos aquellos que sean músicos hicieran esta prueba, y los que les gusta la música también: sigan el ritmo de Joao en cualquiera de sus canciones, si lo ponen al lado de un metrónomo, verán que Joao se corre ligeramente todo el tiempo del tiempo. Es eso lo que nos hace sonar su especial estilo, pero además su tiempo.
El tiempo del ritmo no es el tiempo del metrónomo, y en la música no debería serlo. Es muy lindo cuando lo practicamos, cuando ejecutamos una melodía, y el tiempo coincide, pero cuando queremos que la cosa fluya, cuando solo ensayamos, cuando estamos entre amigos, nadie nos quita esa sensación de un tiempo que el metrónomo no mide, y que está ahí, conjugándose en la propia música.
El otro ejemplo es de Lenine, quien ha logrado hacer una canción justamente con esto que les acabo de contar. Lenine pone un metrónomo, un tiempo constante, como parte de la canción, y sobre eso realiza el otro tiempo de la canción que toca, quedando el tiempo del metrónomo como un sonido más. Lo extraño y fascinante es que Lenine nos muestra así que todo tiempo incluye al tiempo. Todos los tiempos se pertenecen.  

martes, 7 de mayo de 2013

¡Cuidado con la música! XI



El viajero y su sombra 2

Las frases fundamentales de Nietzsche sobre la música que surgen de este libro podemos retratarlas aquí. Una dice:

§154: “Cuando volvemos a oír música, después de haber estado largo tiempo privados de ella, se nos pasa demasiado pronto a la sangre (…) y deja en el alma una embriaguez parecida a la de un narcótico (…) un estado de somnolencia y de deseo (…) obliga a absorber todo esto sin cesar, como un dulce brebaje envenenado”.
         Lo que destaca el oír música como un veneno, una embriaguez, un narcótico también… no por nada se anuncia “¡Cuidado con la música!”. Pero no por estos efectos sino porque se pasa a la sangre, al alma y genera deseo. Por eso podemos seguir como en concatenación con esta otra reflexión del libro:

§160: “Casi todos los estados del alma y todas las condiciones de la vida poseen un sólo momento feliz. Y este momento lo saben descubrir los buenos artistas”.
         Este magnífico pensamiento surge por la noción de la música, ya que es en ella donde se podría vivir este momento feliz en la angustia, la tristeza, la esperanza, el amor, o lo que quieran. La fuerza de este pensamiento es fundamental en este punto: estados del alma y condiciones de vida no excluyen un sólo momento feliz. De esta manera se explicarían los extraños fenómenos en que escuchando una canción, tristes como podríamos estar, esbozamos sin embargo una sonrisa, dándole gracias al artista que pudo poner a disposición un tema que cante nuestro inexplicable estado.
         Esto también se engancha con otra reflexión que describe lo que creo de la música: en ella el pensar se anula.

 §167: “…mientras que sobre la música apenas si es posible pensar nítidamente”.
         Con esto vamos tocando el tema de un filosofar como música y no en pos del pensamiento.
         Y con esta reflexión termino porque termina el aporte de Nietzsche en este libro (El viajero y su sombra), y porque propone sin decirlo un tema musical: Claro de Luna. En tono de infidencia, este tema me acompañó por más de un año, todas las noches, como un mantra y un arrullo, algunas veces hasta el alba, otras hasta la mitad melancólica de la propia oscuridad, pero siempre dulcemente.
  
§169: Como amigo de la música.- A fin de cuentas, continuamos amando la música del mismo modo que amamos el claro de luna. Ambas cosas no quieren remplazar al sol, y sí solamente iluminar nuestras noches buenas y malas. Pero ¿no es verdad que tenemos, cuando menos, el derecho de reírnos y de burlarnos de los dos? ¿Un poco, cuando menos? ¿Y de cuando en cuando? ¿Del hombre como amigo de la luna? ¿De la mujer como amiga de la música?

Si quieres escuchar Claro de Luna, dirígete a  www.cuidadoconlamusica.tumblr.com gracias

miércoles, 1 de mayo de 2013

Segundo índice, ¿dónde encontramos referencias a la música en la obra de Nietzsche?



¡Cuidado con la música! X

II Índice

La Gaya ciencia (1882)

En este libro (donde ya ha roto con Wagner) tenemos referencias muy al pasar en: §10, 61, 77, 80 (donde arremete de nuevo contra Wagner), 86 (donde dice esta impactante frase: “¿Quién nos contará la historia completa de los narcóticos?” al tomar al teatro y la música como una droga), y también en  §103, 277, 295, 303, 317, 366, 367, 373.

Ya en la §63 tiene otra profundidad, como en §84 (por el ritmo y la poesía), §106, §183, §234, §334 (donde la compara con amar), §368 (donde, contra Wagner, habla del cuerpo), §370 (donde en breve pone lo que creía ver en la música alemana, la potencia dionisíaca), §372 (donde arremete contra los filósofos antiguos, y dice “el verdadero filósofo no oía la vida en lo que tiene de música” donde asocia la música a la vida), y en el §383, el último, el epílogo, no es más que el anticipo de lo que vendrá: el libro de Zaratustra.

Mucho de esto lo trabajaremos en las próximas entregas.