domingo, 16 de junio de 2013

¡Cuidado con la música! XVI


Schopenhauer

Schopenhauer, qué nombre más musical

“Si bien Nietzsche, en los primeros años de su filosofía, está investido de una metafísica del artista de corte romántico, la matriz de la voluntad como fundamento estético va a seguir siendo el sustento, en toda su obra, de un aparato crítico devastador. Si la voluntad de verdad es considerada como uno de los posibles efectos de una monstruosidad irracional, la verdad pierde su suelo de necesidad y se vuelve relativa a una fuerza externa a su propia condición. Esta es la partitura de Schopenhauer en la que Nietzsche acentúa un doble aspecto: por un lado, el carácter moral de esa verdad y su pretensión de disciplinamiento sobre los hombres; por otro, lo ya dicho, su origen en un impulso estético, es decir, su definición de toda verdad, sea la de la ciencia o de la religión, como creación artística”.
Gustavo Varela 

En su libro fundamental El mundo como voluntad y representación (para algunos su único libro) Schopenhauer nos da su enseñanza de lo que entiende por la música. El valor que cobra en este es casi comparable a un extremo en lo que venimos pensando para la filosofía de Nietzsche como música. No es sin este que Nietzsche elabora mucho de sus concepciones, por eso detengámonos en lo que se plantea en este libro.
Lo fundamental está en el apartado §52. Algunos de sus dichos son de este talante:

“se trata de la música. (…) En ella no conocemos la copia, la reproducción de alguna idea del ser del mundo”.“Así pues, la música no es en modo alguno, como las demás artes, la copia de las ideas sino la copia de la voluntad misma cuya objetividad son también las ideas: por eso el efecto de la música es mucho más poderoso y penetrante que el de las demás artes: pues estas solo hablan de la sombra, ella del ser”.

“Por lo tanto, podríamos igualmente llamar al mundo música hecha cuerpo o voluntad hecha cuerpo”.“la música ofrece el núcleo más íntimo que precede a toda configuración, o el corazón de las cosas”.
 
        Como se va observando, la música es el arte fundamental, porque habla del ser, pero del ser que es la cosa misma. La música ya no es copia de las ideas, de lo que se pueda representar, sino de la voluntad. Y es por eso que puede afirmar tan contundentemente “llamar al mundo música hecha cuerpo o voluntad hecha cuerpo”. Recordemos que con voluntad quería significar aquello que no tendría representación. Sigamos:

“Si en toda esta descripción de la música me he esforzado por poner en claro que ella expresa en un lenguaje altamente universal la esencia interior, el en sí del mundo que nosotros pensamos con el concepto de voluntad de acuerdo con su más clara manifestación, y que lo expresa en una sola materia, las simples notas, con la máxima verdad y determinación; si además, según mi opinión y mi intento, la filosofía no es más que una completa y correcta reproducción y expresión del ser del mundo en conceptos muy generales, ya que solo en ellos resulta posible una visión de aquel ser que sea suficiente y aplicable en todos los casos: entonces, el que me haya seguido y penetrado en mi pensamiento no lo encontrará muy paradójico si digo que, supuesto que se consiguiera ofrecer una explicación de la música plenamente correcta, completa y que llegase hasta el detalle, es decir, una pormenorizada reproducción en conceptos de lo que ella expresa, esta sería al mismo tiempo una suficiente reproducción y explicación del mundo en conceptos o algo de ese tenor, es decir, sería la verdadera filosofía”.

Pavada de cosa es esto que afirma, “la verdadera filosofía”; seguramente algo de esto tentó al joven Nietzsche. Pero miren qué cosa, habla del “en sí” del mundo, y eso lo asocia a la voluntad, pero no deja de decir que se expresa en un lenguaje.
         De nuevo Varela nos ayuda diciendo:

“Un poco más allá, la música, para Schopenhauer, el arte superior. Porque, a diferencia de las otras formas de arte, la música es una expresión inmediata de la voluntad en tanto no imita ni reproduce nada de la realidad sino que, de algún modo, la constituye. Podría no haber mundo y sin embargo, la música sería posible”.


       Entonces, es desde aquí que Nietzsche intenta conjugar sus dos grandes amores, la música y la filosofía, pero no dejará de criticar esta postura de Schopenhauer de querer dar un motivo a su voluntad, haciendo un gran esfuerzo de, tomando el concepto de este último, hacerlo decir toda otra cosa. Es un estilo de Nietzsche que nos podría confundir: siempre toma de otros sus conceptos para reintroducirlos en lo que va pensando, y las más de las veces para hacerlo estallar y ver qué queda en pie. Me hace acordar a Lacan, ¿a ustedes no?

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