Así
habló Zaratustra VII.
La
segunda canción del baile.
“Lleva, en efecto, quien baila sus oídos -¡en los dedos de sus pies!”F. Nietzsche
Zaratustra baila con la
vida:
“Te temo cercana, te amo lejana; tu huida me atrae, tu buscar me hace detenerme: -yo sufro, ¡mas qué no he sufrido con gusto por ti!”.
Baila,
salta, con la vida de pareja de baile. Luego quiere someterla. Le da
con el látigo, y ella confiesa su amor por su sabiduría. Entonces
ocurre la canción “Sí y Amén”, en la que su doceaba campanada
(luego de descubrir: el mundo es profundo; profundo es el dolor; más profundo es el placer; el placer quiere eternidad1)
revela:
Los
siete sellos
- Sello: anhelar el nupcial anillo de los anillos: el anillo del retorno. Para estar con el pasado y el futuro bajo los pies;
- Sello: anhelar el anillo, para sentarse sobre derruidas iglesias y viejos dioses;
- Sello: anhelar el anillo del retorno, por haber encontrado palabras creadoras;
- Sello: anhelar el anillo de los anillos, por haber mezclado todas las cosas;
- Sello: anhelar el retorno, porque existe el placer por lo ilimitado;
- Sello: anhelo porque el cuerpo es de bailarín, el espíritu de pájaro;
- Sello: anhelar el anillo de los anillos, el anillo del retorno, la eternidad porque escuchó en su espíritu ligero, de pájaro: “¡Canta! ¡No sigas hablando! ¿Acaso todas las palabras no están hechas para los pesados? ¿No mienten, para quien es ligero, todas las palabras? Canta; no sigas hablando!”
O sea: sí, amén, has
dicho, ¡basta de palabras!, de tu gozoso bla bla bla; ¡escucha!,
vuelve a escuchar, canta.
Pero también: todo esto
porque a falta de una mujer, la eternidad, a falta de una mujer que
dé hijos, el retorno.
He aquí la letra de su
canción (la que repite en cada sello):
“Nunca encontré todavía
la mujer de quien quisiera tener hijos [y sabemos que sí encontró
la mujer, Lou-Andrea Salomé, pero esta no quiso ser su mujer; él
insistió, pero nada; y sin embargo dice “todavía”; y sin
embargo (más aún, sin embargo) dice “la mujer de quien quisiera
tener hijos”; la mujer que le dé sus frutos, pero, la mujer que
despierte en él ese deseo tan bizarro, que es el deseo de ser padre]
a no ser esta mujer a quien yo amo: ¡pues yo te amo, oh eternidad!”
Ahora la salvedad, es
Zaratustra quien habla, no Nietzsche; es Zaratustra quien está
enamorado de la eternidad, como de una mujer.
1A
tener en cuenta que este resumen del texto, que sería como la
canción del lamento, sirvió para terminar la tercera parte (que
era originalmente la parte final), y luego fue adosada al final
de la cuarta parte. Lo que nos da una clara muestra que con este
canto quería terminar Nietzsche.