domingo, 8 de septiembre de 2013

¡Cuidado con la música! XXVII

¡Cuidado con la música!

Así habló Zaratustra IX.

Tomo ahora otro canto (poesía) que figura en esta cuarta parte:
La canción de la melancolía

Luego de hablar de los hombres superiores Zaratustra se va de la cueva, y toma la palabra el mago de nuevo. La toma para cantar los versos intitulados “¡Sólo necio! ¡Sólo poeta!”. Con esto puedo afirmar que el canto, la música de Así habló Zaratustra, no es la del poeta, sino que ¡el poeta es el último modulador de un pensamiento inefable!, pero su engaño es que puede articularlo en palabras[1].
Dice así:

“¿El pretendiente de la verdad? ¿Tú? —así se burlaban ellas.
¡No! ¡Sólo un poeta!
Un animal, un animal astuto, rapaz, furtivo,
Que tiene que mentir,
Que, sabiéndolo, queriéndolo, tiene que mentir:
(...)
Para sí mismo máscara,
Para sí mismo presa”.

El poeta tal vez es quien llega a ser el paso anterior a la articulación de Zaratustra en sus palabras, porque es presa de su máscara (de su escritura), y lo sabe; y lo sabe mucho más de lo que nosotros lo sabemos.
Es el capaz de soportar:

Tú que en el hombre has visto
Tanto un Dios como un cordero

La caída de los velos, de las máscaras... pero conservando sin embargo aún (siempre aún) la palabra. Esa máscara es la única que no cae en el poeta, y por eso se sabe presa.



[1]    “El arte del gran ritmo, el gran estilo de los períodos para expresar un inmenso arriba y abajo de pasión sublime, de pasión sobre humana, yo he sido el primero en descubrirlo; con un ditirambo como el último del tercer Zaratustra, titulado `Los siete sellos´, he volado miles de millas más allá de todo lo que hasta ahora se llamaba poesía”. NIETZSCHE, F., citado de SÁNCHEZ PASCUAL, Andrés, “Introducción”, Así habló Zaratustra, Buenos Aires, Alianza, 1995, página 26.

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