¡Cuidado con la música!
Así habló Zaratustra IX.
Tomo ahora otro
canto (poesía) que figura en esta cuarta parte:
La
canción de la melancolía
Luego de hablar
de los hombres superiores Zaratustra se va de la cueva, y toma la palabra el
mago de nuevo. La toma para cantar los versos intitulados “¡Sólo necio! ¡Sólo
poeta!”. Con esto puedo afirmar que el canto, la música de Así habló
Zaratustra, no es la del poeta, sino que ¡el poeta es el último modulador
de un pensamiento inefable!, pero su engaño es que puede articularlo en
palabras[1].
Dice así:
“¿El pretendiente de la
verdad? ¿Tú? —así se burlaban ellas.
¡No! ¡Sólo un poeta!
Un animal, un animal
astuto, rapaz, furtivo,
Que tiene que mentir,
Que, sabiéndolo,
queriéndolo, tiene que mentir:
(...)
Para sí mismo máscara,
Para sí mismo presa”.
El poeta tal vez
es quien llega a ser el paso anterior a la articulación de Zaratustra en sus
palabras, porque es presa de su máscara (de su escritura), y lo sabe; y lo sabe
mucho más de lo que nosotros lo sabemos.
Es el capaz de
soportar:
Tú que en el hombre has
visto
Tanto un Dios como un
cordero
La caída de los
velos, de las máscaras... pero conservando sin embargo aún (siempre aún) la
palabra. Esa máscara es la única que no cae en el poeta, y por eso se sabe
presa.
[1] “El arte del gran ritmo, el gran estilo de los períodos para expresar un
inmenso arriba y abajo de pasión sublime, de pasión sobre humana, yo he sido el
primero en descubrirlo; con un ditirambo como el último del tercer Zaratustra,
titulado `Los siete sellos´, he volado miles de millas más allá de todo lo que
hasta ahora se llamaba poesía”. NIETZSCHE, F., citado de SÁNCHEZ PASCUAL,
Andrés, “Introducción”, Así habló Zaratustra, Buenos Aires, Alianza, 1995,
página 26.
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