domingo, 20 de octubre de 2013

¡Cuidado con la música! XXXIII




Pocas veces tenemos la oportunidad de estar en consonancia con otras personas, pensar lo que piensan, sentirnos por un momento menos solos en ese rollo. Y es una feliz coincidencia que los encuentros se produzcan. Por eso, en esta oportunidad, lo dicho en otro grupo, en otro blog, El revés de Lacan, resuena hoy aquí, en Cuidado con la música. Destacaré solo los párrafos que hacen a la cuestión. Lo otro lo pueden encontrar en: http://www.elrevesdelacan.blogspot.com.ar/

“Yo tengo varias crisis con lo del eterno retorno, me parece que se lo entiende muy mal. Como que el eterno retorno es de lo mismo que se vuelve a lo idéntico, y me parece que está muchísimo más ligado a la noción de acontecimiento, de lo que suponemos. Un ejemplo: cuando en uno de los cantos él está hablando, le quiere enseñar a los hombres superiores el tema del eterno retorno, no se convencen, y el punto donde no se convencen es si dios ha muerto o no. Porque siempre recurren a la palabra. Y en un momento dicen bueno, lo único que me convence de esto, es si yo le puedo decir a la muerte “ah, ¿esto era la vida? Bueno, entonces otra vez”. Otra vez es el canto o es la ronda, ese es el acontecimiento. O sea, frente a la muerte yo le voy a decir “ah bueno hice esto en mi vida, bueno, entonces otra vez”, es como una apuesta también, un relanzar el proceso. Pero eso es lo último que se llega, no es el eterno retorno en sí mismo”.

“Él lo dice de una manera muy particular, dice “lo eternamente separado”. De lo único que vos podes decir que es eterno, no es el sí mismo o lo idéntico, sino que hay algo que está siempre, diríamos nosotros, disyunto. Y que eso es lo tortuoso. Cuando agarrás el ser, el lenguaje, la palabra, eso lo transformás, lo estropeás”.

“Pero el trabajo que hace Nietzsche en Así habló Zaratustra es –siempre se contrapuso a cronos, siempre criticó eso–, el trabajo es, situar al poeta, y la poesía, el canto, como lo último que se llega, por una verdad estética, a nombrar el ciclo. Pero cuando se quiere nombrar el ciclo, lo último es la posibilidad del canto de los poetas, pero eso es una mascarada, dice. Porque necesita la palabra para que suene, para que resuene (y el tiempo cambia), pero necesita esa última mascarada. Y cuando Zaratustra se encuentra con eso, el poeta es el último, pero lo desacredita, no es por ese lado tampoco que se va a encontrar lo del eterno retorno”.

“Pero podemos tender hacer de lalengua algo del origen, y situarlo en el baño del lenguaje, y todo eso, cuando en realidad lo que hay que insistir –me parece– es por el lado de Miller, de la iteración… y también lo que decía Lacan, el retoquecito que se le hace a la lengua para que siga viva, y que eso no es en el origen. Porque si no es buscar de nuevo el fundamento traumático…”.

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