domingo, 25 de agosto de 2013

¡Cuidado con la música! XXV


Así habló Zaratustra VII.

La segunda canción del baile.

Lleva, en efecto, quien baila sus oídos -¡en los dedos de sus pies!”F. Nietzsche

Zaratustra baila con la vida:

Te temo cercana, te amo lejana; tu huida me atrae, tu buscar me hace detenerme: -yo sufro, ¡mas qué no he sufrido con gusto por ti!”.

Baila, salta, con la vida de pareja de baile. Luego quiere someterla. Le da con el látigo, y ella confiesa su amor por su sabiduría. Entonces ocurre la canción “Sí y Amén”, en la que su doceaba campanada (luego de descubrir: el mundo es profundo; profundo es el dolor; más profundo es el placer; el placer quiere eternidad1) revela:


Los siete sellos

  1. Sello: anhelar el nupcial anillo de los anillos: el anillo del retorno. Para estar con el pasado y el futuro bajo los pies;
  2. Sello: anhelar el anillo, para sentarse sobre derruidas iglesias y viejos dioses;
  3. Sello: anhelar el anillo del retorno, por haber encontrado palabras creadoras;
  4. Sello: anhelar el anillo de los anillos, por haber mezclado todas las cosas;
  5. Sello: anhelar el retorno, porque existe el placer por lo ilimitado;
  6. Sello: anhelo porque el cuerpo es de bailarín, el espíritu de pájaro;
  7. Sello: anhelar el anillo de los anillos, el anillo del retorno, la eternidad porque escuchó en su espíritu ligero, de pájaro: “¡Canta! ¡No sigas hablando! ¿Acaso todas las palabras no están hechas para los pesados? ¿No mienten, para quien es ligero, todas las palabras? Canta; no sigas hablando!”

O sea: sí, amén, has dicho, ¡basta de palabras!, de tu gozoso bla bla bla; ¡escucha!, vuelve a escuchar, canta.
Pero también: todo esto porque a falta de una mujer, la eternidad, a falta de una mujer que dé hijos, el retorno.

He aquí la letra de su canción (la que repite en cada sello):
“Nunca encontré todavía la mujer de quien quisiera tener hijos [y sabemos que sí encontró la mujer, Lou-Andrea Salomé, pero esta no quiso ser su mujer; él insistió, pero nada; y sin embargo dice “todavía”; y sin embargo (más aún, sin embargo) dice “la mujer de quien quisiera tener hijos”; la mujer que le dé sus frutos, pero, la mujer que despierte en él ese deseo tan bizarro, que es el deseo de ser padre] a no ser esta mujer a quien yo amo: ¡pues yo te amo, oh eternidad!”

Ahora la salvedad, es Zaratustra quien habla, no Nietzsche; es Zaratustra quien está enamorado de la eternidad, como de una mujer.


1A tener en cuenta que este resumen del texto, que sería como la canción del lamento, sirvió para terminar la tercera parte (que era originalmente la parte final), y luego fue adosada al final de la cuarta parte. Lo que nos da una clara muestra que con este canto quería terminar Nietzsche.

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